Josep Moscardó
Barcelona, 1953
La obra de Josep Moscardó apuesta por la armonía y el optimismo, y lo hace de una manera desenfadada y directa. Retrata una vida urbana afable, cercana y reconocible, con el tránsito de los coches por algunas de las avenidas de Barcelona, personajes paseando por las playas de Cadaqués o disfrutando de la música en directo en algún bar. Sus composiciones son luminosas y su paleta vital y sugestiva; cada cuadro responde a un determinado acuerdo cromático que desarrolla con infinidad de variantes. Es capaz de sintetizar los elementos con total libertad y de manera espontánea.
El pintor no pretende describir meticulosamente la realidad, sin embargo su madurez artística le permite poblar sus escenas con multitud de elementos que nos ayudan a sumergirnos en cada cuadro y perdernos en sus detalles. Los personajes que los habitan son anónimos pero cercanos. Permite que sea el espectador quién ponga cara a estos actores. En ocasiones su punto de vista se aleja de las calles para crear unas perspectivas inmensas que nos aportan una visión de conjunto de la trama urbana y el devenir de sus habitantes.
Estudió en la Escuela de Bellas Artes de San Jorge y en la Escuela de Llotja de Barcelona. Expone en Sala Parés desde 1978, y también lo ha hecho en Estados Unidos en muchas ocasiones, así como en Japón y en algunas de las principales capitales europeas.