
Sobre Josep Vidal i Vidal (1876-1950)
Josep Vidal i Vidal (1876-1950) fue un artista de Sitges que, tras abandonar los estudios en arquitectura y formarse en pintura y dibujo en la escuela de Llotja, trabajó con Francesc Soler i Rovirosa (1836-1900) y Fèlix Urgellés i de Tovar (1845-1919) pintando decorados para el Gran Teatre del Liceu, el Teatro Novedades y el Principal de Barcelona, así como El Retiro de Sitges. En 1914 se trasladó a Santiago de Cuba, donde sus hermanos Isidre y Sebastià trabajaban en el comercio de calzado. Allí continuó su profesión, realizando escenografías para el teatro del Centre Catalanista de Santiago de Cuba y el Teatro Nacional de La Havana, así como decoraciones para locales comerciales y la restauración de la iglesia de la Santísima Trinidad de Santiago.
Hacia 1920 regresó a Sitges, donde vivió hasta 1925, cuando se instaló en Barcelona. Durante el período sitgetano trabajó como bibliotecario y presidente de El Retiro, donde proyectó el nuevo salón de verano en 1921. Siempre fue un personaje muy activo, implicado e impulsor de la vida cultural sitgetana, localidad en la que llegó a ser nombrado alcalde. En Barcelona impartió la docencia en la escuela de Llotja, especializándose en perspectiva, materia sobre la que publicó Tratado de perspectiva (1935) y consiguió la cátedra a finales de 1942. De esa fecha al 1945 fue director de la Escola Superior de Belles Arts de Sant Jordi. En la Ciudad Condal expuso en las Galeries Laietanes y en la Exposición Internacional de 1929, entre otras. Un año antes de fallecer fue distinguido con la Cruz de Alfonso X el Sabio.
Vidal se especializó en las miniaturas que después utilizaba, en ocasiones, para escenografías y composiciones de mayores dimensiones. Presentó este tipo de obras de manera recurrente en diferentes exposiciones, así como también sus reconocidos teatrillos. Las temáticas más habituales de sus miniaturas acostumbran a ser vistas urbanas de París, Barcelona o paisajes de carácter romántico que conectan, en parte, con la estética de Modest Urgell (1839-1919) o con las fórmulas de algunos pintores de la Escuela de Olot. En muchas ocasiones, estos pequeños óleos sobre madera le servían como anotaciones para sus escenografías.

Las dos miniaturas disponibles en Sala Parés son un buen ejemplo de los vínculos mencionados con el paisajismo catalán de finales del siglo XIX. En el primero de ellos, el verdadero protagonista es la ermita que emerge entre la raquítica y fría vegetación del invierno. La espadaña recortada en el celaje y la niebla queda enmarcada por dos árboles y la campana parece avisar de algo a los dos personajes solitarios que se detienen reflexivos en el camino. La presencia de la soledad y las figuras minúsculas dentro del paisaje nos trasportan a algunas obras del Urgell más romántico, sobre todo en las telas en las que el ser humano es empequeñecido por la grandeza y la fuerza de la naturaleza y el misterio de las iglesias casi abandonadas. Vidal nos presenta la misma intención pese a que traslada la grandilocuencia y potencia de las obras gigantescas de Urgell a un formato muy reducido (8 x 12,5 cm).

La otra obra es una miniatura donde la naturaleza y el invierno son los protagonistas. En la composición no hay espacio para la presencia del ser humano. Lo interesante es la capacidad de captar la frialdad del ambiente, la humedad de la laguna durante el invierno, una laguna estática que refleja la vegetación que se pierde entre la niebla en el último plano de la composición. Vidal capta la atmósfera y crea un espacio natural creíble y emocionante donde, pese a la estaticidad del lugar, está inmerso en el misterio y todo puede suceder. Es un paisaje para la reflexión, cuya composición entronca claramente con obras de artistas como Joaquim Vayreda (1843-1894) o Josep Berga i Boix (1837-1914).
Sergio Fuentes Milà
Dr. en Historia del Arte